respetar a tu esposa

Por: Rabino Shalom  Arush

Respeta a Tu Esposa, Primera Parte:

Deja de fruncir el ceño, querido hermano. Si tu matrimonio no es exactamente lo que deseas que sea, o en tu casa no existe exactamente el ambiente que te gustaría tener, no te desanimes. No hay ninguna necesidad de desesperarse y hay mucho que se puede hacer al respecto.

Para empezar, vamos a plantearnos una pregunta: ¿Por qué desea el Creador que un hombre tome a una mujer en matrimonio? Biológicamente, no necesitamos la institución del matrimonio para perpetuar la raza humana, ¿entonces para qué necesitamos una esposa?
¿No Podría el Creador haber permitido que cumpliremos el Precepto de “Fructificaos y multiplicaos” (Génesis 1:28) sin casarnos? Sabemos cuanto el Creador aprecia la Torá y que gran cosa es cuando uno dedica su vida a su aprendizaje. Aparentemente, una esposa consume una enorme cantidad de nuestro tiempo – tenemos que prestarle atención, estar con ella, escucharle – a veces durante horas. Y esto no es todo – acompañarla a las compras, luego ayudar en la casa – hay todo tipo de demandas domésticas durante todo el  tiempo. Si no tuviéramos el peso de una esposa sobre nosotros, tendríamos aparentemente mucho más tiempo y podríamos vivir con un presupuesto mucho más pequeño. ¡Podríamos pasar todo nuestro tiempo aprendiendo la Torá! ¿Entonces, por qué nos sobrecargó el Creador con una esposa?
La razón es que un hombre no puede llegar a conocer al Creador a menos que contraiga matrimonio y apoye a una esposa. Espiritualmente, él puede alcanzar la perfección de su alma solo después del casamiento.
El Midrash nos enseña que el Creador está dispuesto a borrar Su propio nombre en favor del Shalom Bayit, la paz domestica. ¿Por qué la paz del hogar es tan importante para el Creador, hasta el punto de hacer borrar su nombre lo cual es una prohibición de la Torá?
La paz es el camino de la Torá. Shalom – paz en hebreo – es uno de los nombres del Creador; por eso está prohibido decir la palabra “Shalom” a tu amigo cuando lo saludas en el mikve o en las duchas del gimnasio. Shalom – la paz – es el estado óptimo del alma; un alma apacible es el receptáculo apropiado para la luz de la Torá, que también es paz. Si no estas casado, no puedes saber que es la paz. ¡Algunas personas dicen “Yo sé como hacer las paces con mi compañero de tenis!”. Esta no es una prueba sobre tu capacidad de vivir en paz – el compañero de tenis no te pide tirar la basura o llevar a los niños a la escuela, él no te pide más dinero o que lo lleves a las compras. La paz con tu compañero de tenis se parece a un soldado que demanda una medalla de valor por su actuación en un entrenamiento básico. Alguien con inteligencia entiende que no se consiguen medallas a menos que sea probado en el combate.
Cuando estás casado – estas bajo las armas. Cuando consigues una  verdadera paz con tu esposa, mereces una medalla. La medalla que el Creador te da es un ambiente en tu casa que es literalmente como el Paraíso en la tierra.
De este modo, consiguiendo la paz hogareña, un hombre se prepara para verdaderamente aprender la Torá y adquirir buenos rasgos de carácter. Para conseguir la paz doméstica, el hombre debe liberarse del egotismo, arrogancia, impaciencia y cólera. Una vez que se libera de los rasgos negativos, el marido se transforma en un mucho mejor instrumento para poner en práctica e interiorizarse con las leyes y lecciones de la Torá. Por lo tanto, una persona que no ha conseguido con éxito la paz con su esposa, se engaña a sí mismo pensando que él realmente aprende Torá y realiza la voluntad del Creador como debería.
El secreto para obtener la paz en el hogar es emuna, la auténtica fe en el Creador. El primer principio de emuna es que todo proviene del Creador – por lo tanto, cuando nuestra esposa nos grita, nos desacata, o nos maltrata, no está ella haciéndolo. Ella es sólo un agente en las manos del Todopoderoso. Con la fe, entendemos que no hay ninguna razón en el mundo para enojarnos con nuestra esposa. Al contrario, debemos apreciar el hecho que ella sirve al objetivo de ser el  “altavoz” del Creador en el hogar – todo lo que ella hace es transferir Sus mensajes. Así es como HaShem, el Creador, se comunica con nosotros por medio de nuestro ambiente – El nos da lecciones que podremos entender. Por ejemplo, cuando andamos desabrigados por la calle con una temperatura bajo cero en pleno invierno, estamos haciendo daño a nuestra salud. HaShem da a nuestros cuerpos una sensación de frío de modo que volvamos a la casa y nos pongamos un abrigo de invierno y guantes. La sensación de frío en nuestros cuerpos es un mensaje lógico que todos podemos entender, diciéndonos que debemos vestirnos con ropas más abrigadas.
La cólera de una esposa – tan imprevisible e ilógico como puede parecer – es también un mensaje lógico del Creador. Tanto el Zohar como el Midrash nos enseñan que el alma de una esposa es realmente la segunda mitad del alma del marido. Como tal, una esposa refleja a un marido como un espejo. Cuando un marido deja de cumplir con sus obligaciones hacia su esposa, ella refleja su comportamiento casi al instante. Cuando deja de respetarla como un buen marido debería, ella no lo respetará. Cuando el es impaciente con ella, ella estará enojada e impaciente con él. Cuando él no la ama, ella no lo amará. Esto es un nivel inferior de la comunicación de causa-y-efecto espiritual.
En un nivel superior, cuando una esposa muestra desacato hacia el marido, esto es un signo seguro que el marido no respeta correctamente al Creador. Di-s dirige el mundo según el principio de “Medida por Medida”, como han dicho nuestros Sabios de bendita memoria (Tratado Sota, 8b): “En la medida que el hombe se conduce – con esa medida El se conduce con él”.

La Cabaña Rústica

¿Debería la persona tratar de cambiar el comportamiento de su pareja, aunque sea en beneficio de esta última?
Con el favor de Di-s, la siguiente anécdota Jasídica nos suministra la respuesta:
El Baal Shem Tov y uno de sus discípulos más jóvenes paseaban por el bosque en las afueras de su pintoresca ciudad natal Medziboz, en Ucrania central. El joven discípulo estaba por casarse la semana próxima. El Baal Shem Tov, por medio de su única y magnífica sabiduría, enseñaba a este joven discípulo algunas lecciones importantes que representan la clave para una vida conyugal exitosa y un hogar rebosante de alegría.
El Baal Shem Tov recogió una rama seca de madera de haya, la cual utilizó como bastón. Unos minutos después, señaló un hongo venenoso gigante que se había podrido debajo de una pila de hojas secas del árbol de haya. Le señaló a su discípulo que se acercara y lo vea de cerca. Cuando el joven se dobló para observar el hongo podrido, el Baal Shem Tov comenzó a hurgarlo con el palo que tenía en la mano. El hongo podrido soltó un olor intolerable y el joven se retorció de disgusto. “¡Rabi! ¡Eso huele horrible!”.
Una sonrisa de sabiduría iluminó el rostro santo del Baal Shem Tov. “Hijo mío, ¿entiendes la lección que el Creador quiere enseñarnos por medio de este hongo putrefacto?”
El perplejo joven se encogió de hombros y movió la cabeza de lado a lado. “No, Rabi. No  lo entiendo”.
Explicó el Baal Shem Tov: “Mientras no escudriñamos y hurgoneamos el hongo, este solo formaba parte del hermoso y aromático bosque. En cuanto comenzamos a entremeternos y sondear, estimulamos su nauseabundo olor. Lo mismo sucede con el alma humana; mientras no escudriñamos o sondeamos las almas de los demás, poseen el dulce olor de las creaciones del Todopoderoso. Pero en cuanto empezamos a hurgonear, despertamos su lado negativo, su mal olor, lo cual constituye una denigración de dicha alma, tanto en el Cielo como en la Tierra”.
“¿Qué significa hurgonear un alma?”, preguntó el joven.
“La crítica”, respondió el Baal Shem Tov. “La crítica denigra el alma”
Entonces, el Baal Shem Tov le dijo a su joven discípulo que tuviera cuidado en aplicar esta lección en su nueva vida conyugal y que nunca critique a su esposa.
“¿No es la rol del esposo – especialmente el que estudia Torá – ayudar a moldear el carácter de su esposa?”
El Baal Shem Tov se abstuvo de responder, en silencio y tomados del brazo caminaron durante otros diez o quince minutos hasta que llegaron a un espacio despejado en el bosque. Un fornido leñador ucraniano construía una cabaña rústica. Curiosamente, ni picó, ni planificó los troncos, sino que los utilizó en su estado natural. Hablando un ruso perfecto, el Baal Shem Tov saludó al campesino con un amistoso: “Buenos días”. Luego preguntó al campesino porque este último no retiró la corteza de los troncos que sirven de paredes de la cabaña.
“¡Ah, eso es muy sencillo!”, respondió el fornido medio destentado leñador, ansioso de demostrar sus conocimientos. “La corteza es un magnifico aislante, que ayuda a mantener la cabaña caliente en el invierno y fresca en el verano. Además su savia natural sirve para unir los troncos, haciendo la cabaña mucho más fuerte”.
Las venas en los brazos del fornido leñador sobresalían mientras hacía fuerza para levantar un gran tronco que recostó encima de otro. Un nudoso tocón en el tronco de arriba interfería para pegar los dos troncos. En lugar de cortar el tocón, el leñador tomó su hacha y un filoso cuchillo trinchante, y talló una hendidura en el tronco inferior. Entonces, los dos troncos quedaron bien unidos y seguros. Gotas de sudor resbalaban por el feliz rostro del leñador; quien orgulloso, declaró: “¡Ni la tormenta más fuerte podrá separar estos dos troncos!”
Sabiamente, el Baal Shem Tov preguntó al leñador una importante pregunta: “Aún así, amigo mío, ¿por qué te tomaste todo el trabajo de tallar una hendidura en el tronco inferior? ¿No hubiese sido más fácil cortar con tu hacha el resto sobresaliente del tronco de arriba?”
El leñador rió ante la aparente ignorancia del Rabi de un principio tan simple conocido por cualquier leñador. “¡Cuando tratamos de cortar una protuberancia nudosa, termina rompiendo todo el tronco! ¿Quién quiere arruinar tan hermoso tronco por un pequeño trozo remanente? Es más seguro y fácil dejarlo como está y tallar una hendidura para encajarlo en el tronco inferior…”
El Baal Shem Tov y su discípulo siguieron su camino. “Usted me preguntó si la función del hombre es ayudar a moldear el carácter de su esposa; ¿Intentó cortar el leñador el tocón del tronco?”
“No”, respondió el joven.
“¿Por qué?, presionó el Baal Shem Tov.
“Porque lo habría partido o quebrado arruinando todo el tronco”.
“Precisamente”, respondió el Baal Shem Tov. “Nuestra pareja se asemeja a un tronco robusto. Igual como cada tronco tiene protuberancias en distintos lugares, nosotros tenemos nuestros defectos. Aún así es más fácil y seguro que nosotros como esposos nos adaptemos a los pequeños defectos de nuestras esposas en lugar de tratar de desarraigarlos con críticas y comentarios dolorosos. La crítica es capaz de romper cualquier matrimonio; entonces, ¿qué ganamos?
* * *
Repetidas veces, he visto fuertes relaciones y matrimonios que estaban a punto de romperse dar un giro impresionante simplemente tras haber implementado el sencillo pero admirable consejo del Baal Shem Tov y su nieto Rabi Najman de Breslev. ¡No critiques!

Continuará…