Elul es el último mes del año hebreo. Con el primer día del mes comienzan los Cuarenta Días en los que Moshé Rabeinu subió por tercera vez al Monte Sinaí para pedir el perdón de Di-s por el pecado del becerro de oro y recibir, a su vez, las segundas Lujot (Tablas de la Ley). Estos fueron días de misericordia para el pueblo de Israel. Todo el pueblo se reunió para rezar y ayunar hasta que en el día de Iom Kipur (40 días después), fueron perdonados por Di-s.

Es por este motivo que estos 40 días desde el 1º de Elul hasta Iom Kipur, se fijaron como días de arrepentimiento y reflexión.

Moisés ascendió al Monte Sinaí por tercera vez, para recibir las Segundas Tablas de la Ley. Era un momento propicio para el acercamiento mutuo de los judíos hacia Di-s y de Di-s ha-cia los judíos, tras el pecado del “Becerro de oro”. Esta relación recíproca de acercamiento llegó a su clímax el día 10 de Tishrei, que hoy es Iom Kipur -Día del Perdón-, cuando Di-s le dijo a Moisés: “Salajti kidvarja” -‘He perdonado de acuerdo a tus palabras’ Números 14: 20- quedando establecidos esos cuarenta días, 30 de Elul y 10 de Tishrei como días de misericordia y perdón para el pueblo judío.

Leyes y Costumbres de Elul

Se toca el Shofar – Se acostumbra tocar el Shofar todos los días del mes de Elul, excepto en Shabat y en víspera de Rosh Hashaná.

Revisación de Tefilín y Mezuzot – Es costumbre en muchas comunidades entregar los Tefilín y Mezuzot para su control a un Sofer (Escriba) para asegurarnos de que aún siguen siendo aptos para ser usados.

Augurios y deseos – Se acostumbra a desearse unos a otros “Ketivá Vajatimá Tová”, o sea, que seamos inscriptos y sellados para bien.

Salmos – Desde el primer día de Rosh

El mes de Elul: tiempo de Piedad y Perdón.

El mes de Elul, último mes del calendario hebreo, nos envuelve con sus días en una suerte de desafío espiritual único.

Los cuarenta días entre Rosh Jodesh Elul y Yom Kipur son más propicios para el arrepentimiento que cualquier otro período del año, son días de la misericordia y el favor Divinos. Aunque el Todopoderoso acepta el arrepentimiento de sus hijos todo el año, estos días son convenientes para el arrepentimiento. En Rosh Jodesh Elul, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir las segundas tablas, y esto fue una indicación y la prueba de que Di-s había aceptado el arrepentimiento de Israel y perdonado por el pecado del Becerro de oro. Moisés demoró en la montaña cuarenta días durante los cuales oró a Di-s para perdonar a Israel, y en Yom Kipur Di-s dijo a Moshé, “he perdonado como me has solicitado” y le dio el segundo conjunto de tablas. Desde entonces, estos días han sido designados como días de la buena voluntad Divina, y el diez de Tishre ha sido observado como un día del perdón para los judíos.

Elul, como último mes, como los días (escasos) que preceden al nacimiento de un nuevo periodo, nos invita a reflexionar, por un lado, y a expresar nuestras pasiones, por el otro.

El Talmud, en el tratado de Berajot nos relata: “Todos los días se escucha una voz de los Cielos, como el llanto de una paloma que exclama: Desgraciados mis hijos, que por sus transgresiones destruí mi Casa, quemé Mi Templo y los desterré entre los pueblos del mundo”.

Con estas palabras, y en forma simbólica, nos demuestra el Talmud el dolor Divino por las desgracias del pueblo judío, palabras que ratifica el Midrash: “Cuando el pueblo de Israel se encuentra en el destierro, la Divinidad también sale al exilio”.

El castigo es sólo un medio educativo para conducirnos al arrepentimiento y guiarnos por el verdadero camino. Por eso es que antes del Día del Juicio (Rosh Hashaná), Di-s nos invita al arrepentimiento, como dijo el Rey Salomón en el Cantar de los Cantares: “Cuando me vuelco a Di-s, Di-s se vuelca hacia mí”.

Con esta alegórica interrelación del judío con Di-s, con la primera letra hebrea de cada palabra, se forma la palabra Elul, y el valor numérico (guematria) de la última letra del versículo (iod = 10) multiplicada por cuatro, nos da cuarenta. Este número simboliza los cuarenta días de arrepentimiento que median desde el primer día de Elul hasta el décimo del mes de Tishré (Yom Kipur).

El mes de Elul: ¡Todo lo que necesitas saber!

Si tuvieras una importante cita en un juzgado —una que determinará tu futuro financiero, o incluso tu propia vida— te asegurarías de estar preparado varias semanas antes.

En Rosh HaShaná, cada persona es juzgada por el mérito de sus acciones. Si pasará el año con vida o no. Si tendrá éxito financiero o la ruina. Si estará sano o enfermo. Todas estas cosas se determinan en Rosh HaShaná.

Elul, el mes previo a Rosh HaShaná, da comienzo a un período de intensa introspección, de clarificar los objetivos de la vida, y de acercarse a Dios. Es un tiempo para entender cuál es el propósito de la vida, en vez de avanzar superficialmente a través de ella acumulando dinero y buscando gratificaciones. Es un momento en el que damos un paso atrás y nos miramos a nosotros crítica y honestamente, como lo han hecho los judíos desde tiempos inmemoriales, con la intención de mejorar.

Las cuatro letras hebreas de la palabra Elul (alef, lamed, vav, lamed) son las primeras letras de las cuatro palabras Ani le dodí ve dodí li, ‘yo soy para mi amado y mi amado es para mí’ (Cantar de los cantares 6:3). Estas palabras resumen la relación entre Dios y su pueblo.

En otras palabras, el mes anterior a Rosh HaShaná es un momento en el cual Dios se acerca a nosotros, en un esfuerzo por crear una atmósfera más espiritual e inspiradora, una atmósfera que estimule la Teshuvá.

Un período de 40 días

Rebobinemos 3.000 años hacia el desierto del Sinai. Dios ha dicho los Diez Mandamientos, y los judíos han construido el becerro de oro. Moisés desesperadamente suplica a Dios para que perdone a la nación.

En el primer día de Elul, Moisés sube al Monte Sinai, y 40 días después —en Iom Kipur— regresa al pueblo, con un nuevo par de tablas en la mano.

Para nosotros también, el mes de Elul comienza un período de 40 días que culmina en el día más sagrado del año, Iom Kipur.

¿Por qué 40 días? Cuarenta es un número de limpieza y purificación. Las lluvias del diluvio de Noaj se prolongaron durante 40 días, y la mikve, el baño ritual de purificación, contiene 40 medidas de agua.

Elul es una oportunidad enorme. Durante este tiempo, muchas personas aumentan su estudio de Torá y realizan buenas acciones. Y muchos también hacen un jeshvón diario; una contabilidad espiritual de pérdidas y ganancias.

El momento más auspicioso para embarcarse en un programa de autodesarrollo es el primer día del mes hebreo de Elul. Por muchas generaciones, Elul ha sido un tiempo propicio para el cambio personal y la renovación. Elul, como el mes que precede a las grandes festividades de Rosh HaShaná y Iom Kipur, es un tiempo de preparación específicamente reservado para esos eventos.

Cuarenta días para un “nuevo tú”

El primer Elul

Para situar al mes de Elul en un contexto histórico, recordaremos la historia del pueblo judío en el Monte Sinai: ellos habían cometido un grave error con el becerro de oro, y las cosas no se veían bien vis a vis en su relación con Dios.

Fue en el primer día de Elul que el proceso de reconciliación comenzó. Ese día, Moshé ascendió al Monte Sinai (por tercera vez), donde pasó 40 días rezando en nombre de la nación. Al mismo tiempo, los judíos mismos sondaron las profundidades de sus corazones y renovaron su convicción de aceptar el desafío que habían recibido en el Sinai.

Cuarenta días más tarde, los judíos se habían elevado a sí mismos hacia una posición espiritual donde eran aptos una vez más para una relación con la divinidad. En ese día Moshé descendió del monte con un segundo juego de Tablas, simbolizando el perdón de Dios y el restablecimiento de los judíos como la nación que debería llevar el mensaje de Dios. Ese día de reunificación fue Iom Kipur, el día de la expiación.

Patrón de cuarenta

¿Por qué el proceso tomó específicamente 40 días? Lo que es más, el número 40 aparece en decenas de lugares en la Torá. La primera vez que Moshé subió a la montaña, también estuvo allí 40 días. Asimismo, en la historia de Noaj y el diluvio, la lluvia cayó durante 40 días. Los judíos vagaron por el desierto durante 40 años. Y un baño ritual judío (“Mikve”) debe contener un mínimo de 40 unidades de agua. Y la lista de “cuarenta” es aun más larga…

Cuarenta representa el concepto de renovación: un nuevo comienzo. Cuarenta significa que algo puede tener el mismo aspecto antiguo en su superficie, pero su esencia es totalmente nueva. Considera lo siguiente:

La primera vez que Moshé ascendió el Monte Sinai durante 40 días para recibir la Torá, los judíos se transformaron en una nación. Los 40 días de lluvia de Noaj simbolizan el mundo partiendo de nuevo de cero. Los 40 años errando en el desierto fueron una transformación para pueblo judío, pasaron de estar arraigados a la mentalidad esclava de Egipto, a una que entiende la verdadera libertad. Y la inmersión en la Mikve es el símbolo judío consumado de renovación espiritual. (Similarmente, no es coincidencia que Dios decretara 40 semanas para el desarrollo humano en el útero).

Los 40 días desde Elul hasta Iom Kipur fueron cruciales para renovar la relación entre Dios y el pueblo judío. Cada vez que percibimos a Dios como distante, podemos estar seguros de que no es Dios quien se alejó, sino que el pueblo no es digno de esa relación intima. Ellos pasaron 40 días cambiando su interior, y desde entonces, Elul es el momento ideal para el crecimiento personal y la renovación.

¿Quién te gustaría ser?

Los sabios enseñan que desde el momento de la concepción humana, toma 40 días para que el alma entre en el cuerpo por primera vez.

Iom Kipur, que acontece 40 días después de Elul, es el día de renacimiento espiritual. Es decir, es el día en que un “nuevo tú” nacerá. Así, el primero de Elul marca la concepción del “nuevo tú” espiritual.

El desarrollo necesario para recibir tu alma renovada comienza ahora.

Así que, ¿quién te gustaría ser dentro de 40 días? Imaginemos por unos minutos que todo es posible. Supón que podrías eliminar todo lo que es malo y mejorar todo lo que es bueno sobre ti. ¿Quién te gustaría ser?

Dedica unos minutos visualizando el “tú” ideal. (Es mejor escribirlo en una hoja). Piensa en este tipo de preguntas:

—¿Qué clase de amigo, padre o madre te gustaría ser? —¿Cómo actuarías en público? —¿Cómo manejarías tus asuntos privados? —¿Qué hábitos te gustaría romper? —¿Cómo te gustaría hablar? —¿En qué piensas dedicar tu tiempo y energías? —¿Qué te gustaría entender? —¿Sobre qué ámbitos te gustaría tener un mayor control? —¿Qué cosas prefieres que no entren más en tu mente? —¿En qué condiciones te gustaría que este tu cuerpo? —¿En qué áreas te gustaría ser más cuidadoso? —¿En qué áreas te gustaría tener menos preocupaciones?

Una vez que hayas definido el “tú” ideal, trata de describir a esa persona con la máxima cantidad de detalles posible. Esto no quiere decir que te convertirás en esa persona el próximo año, pero si no sabes adónde estás tratando de ir, no llegarás nunca.

Articula algunos objetivos concretos. Ese es el primer paso para un cambio permanente hacia el bien. Como dice el Talmud:

“Por el camino que la persona quiere ir, por ese camino es conducido”. (Makot 10b)

Adiciones a los servicios

Comenzando el segundo día de Rosh Jodesh Elul, es la costumbre ashkenazí tocar el Shofar cada mañana después de las plegarias matutinas, con el fin de despertarnos para el Día del Juicio que se aproxima. El sonido del Shofar nos inspira a aprovechar la oportunidad de Elul al máximo.

También a partir de Elul, nosotros decimos el Salmo 27 en los servicios de la mañana y la noche. En este Salmo, el rey David exclama: “Una cosa pido… habitar en la casa de Dios todos los días de mi vida”. Nos centramos en la fuerza unificadora de Dios en nuestras vidas, y nos esforzamos por aumentar nuestra conexión con la dimensión trascendente del infinito.

Selijot

Comenzando el sábado por la noche antes de Rosh HaShaná, recitamos Selijot, una serie especial de oraciones que invocan la misericordia de Dios. Si Rosh HaShaná cae al comienzo de la semana, entonces Selijot comenzará el sábado por la noche de la semana anterior. (Los sefaradim comienzan diciendo Selijot en Rosh Jodesh Elul).

Tras el pecado del becerro de oro, Moisés le pidió a Dios que le explicara el sistema a través del cual se relaciona con el mundo. La respuesta de Dios, conocida como “los 13 atributos de misericordia”, constituyen la esencia de las oraciones de Selijot. “Los 13 atributos” hablan de “la paciencia de Dios”. El mismo Dios que nos creó sin antecedentes y en un mundo de oportunidades, nos da otra oportunidad si es que hemos abusado de la primera.

Las Selijot deben decirse con minián. Si esto no es posible, entonces las Selijot se recitan de manera individual, omitiendo las partes en arameo y “los 13 atributos de misericordia”.

Finalmente, el aspecto más importante de Elul es hacer un plan para la vida. Porque cuando llegue el gran día, y cada individuo se para ante Dios para pedir por un año más, ¡querremos saber qué es lo que estamos pidiendo!

Escuchando el Llamado del Shofar

El Shofar — tiene en él un aura de temor y santidad. Su toque puede destruir corazones de piedra y eliminar las capas de complacencia. Su llamado es capaz de llevarnos a lugares dentro de nosotros mismos impenetrables por cualquier otro medio.

El Baal Shem Tov dijo: “En el palacio del Rey hay muchas cámaras y cada una necesita una llave diferente. Hay una llave, un instrumento, sin embargo, que puede abrir todas las puertas — el hacha. El Shofar es un hacha. Cuando una persona con pasión rompe su corazón delante del Todopoderoso, el puede demoler cualquier puerta en el palacio del Rey de reyes”.

El Baal Shem Tov enseña que el Shofar es una manera emocional e intuitiva de ganar acceso a los rincones más profundos de nuestro corazón, y el conocimiento de Dios. Su toque, este sonido sin palabras, habla al corazón de una manera en la cual todas las grandes palabras e ideas no pueden acercarse.

El Rey David, por otro lado, parece contradecir esto. En referencia al Shofar él dice, “Feliz es el pueblo que sabe la truá (es decir, el toque del Shofar)” (Salmos 89:16). El Rey David no dice, “Feliz es el pueblo que escucha la truá”. El énfasis parece estar en la intelectualización. De acuerdo a esto, tendríamos que utilizar nuestros intelectos con gran esfuerzo si realmente quisiéramos beneficiarnos del Shofar.

¿Cuál es entonces la respuesta? ¿Es emocional el Shofar, una experiencia intuitiva, como el Baal Shem Tov sugiere, o es intelectual, como las palabras del Rey David implican?

 

El Mensaje Oculto

¿Cuál es ese mensaje? Maimónides explica: “Hay un mensaje oculto que se supone que debemos inferir escuchando el Shofar. Sugiere: “¡dormilones! ¡Despierten de su sueño! ¡Soñadores! ¡Despierten de su letargo! Examinen sus actos. Recuerden a su creador y hagan teshuvá…”.

El llamado del Shofar es el llamado a la teshuvá. Teshuvá, a menudo mal traducida como “arrepentimiento”, significa literalmente “retorno”, y se refiere a “volver” al camino de la ética y la espiritualidad indicada en la Torá. Maimónides, sin embargo, no solo propone que el Shofar nos invita a realizar una teshuvá exterior. Es una teshuvá que nos lleva a “recordar a nuestro creador”.

A veces podemos hacer teshuvá en actos particulares y no llegar realmente a la raíz del problema. Mientras atendamos sólo los síntomas, pero descuidemos la causa central, nos encontraremos a nosotros mismos arreglando problemas secundarios. El Shofar nos recuerda apuntar hacia el núcleo: recordar a nuestro creador. Cada falla es en última instancia un olvido de que vivimos en presencia de Dios. Hacer teshuvá significa llegar a la raíz del problema y profundizar nuestro conocimiento de Dios.

La Voz Interior

Hay una cuestión legal interesante, que se discute en el Talmud en relación a escuchar un Shofar que se colocó dentro de otro Shofar: ¿Ha cumplido uno con su obligación escuchando el sonido de este Shofar doble?

La respuesta es, him kol p’nimi shoma, iatza – “si la voz del Shofar interno se escucha, él ha cumplido con su obligación”. El tiene que asegurarse de que está escuchando el sonido del Shofar interno, no del externo.

En un sentido metafórico, esto puede ser interpretado: “si la voz interna (de la persona) escucho (el Shofar) el cumplió con su obligación”. En otras palabras, el propósito del Shofar es invocar una reacción en el “interior” de la persona — kol pnimi. El Shofar no es solamente un sonido que escuchamos con nuestros oídos físicos. El Shofar es más que un ruido, es una voz despertando la voz divina dentro de nuestro ser más profundo que nos llama a volver a nuestra fuente.

Y esta es la razón por la cual la bendición del Shofar dice: “Bendito eres… que nos ordenaste a escuchar la voz del Shofar”. La bendición no es “…que nos ordenaste a soplar (litkoa) el Shofar”, sino a “escuchar (lishmoa) el Shofar”. Debemos escucharlo. Tiene que afectarnos. Su sonido debe hacer eco en las cámaras más internas de nuestras almas, de nuestras profundidades olvidadas. Tenemos que retornar a nuestra “voz interna” — esa parte de nosotros hecha a imagen de Dios. Si lo hacemos, nos encontraremos automáticamente transformados en muchas formas.

El Shofar Viviente

Dios que creo el primer ser humano en Rosh Hashaná, primero lo creo del suelo. “Y Dios formo al humano del polvo de la tierra…”. El ser humano era físico. Después, sin embargo, la Torá nos informa que Dios soplo el “aliento” de vida dentro de él – y el hombre se volvió un ser espiritual.

Somos seres humanos físicos. No podemos evitar los escollos de la fragilidad humana. Y no debemos negar nuestra naturaleza física. Al vivir una vida física incluso nuestros mejores esfuerzos no pueden prevenir caídas ocasionales y fracasos. La vida forzosamente produce un grado de alienación del alma. Nos alienamos de nuestra alma libre y nos identificamos con nuestra alma no libre. Escuchar al Shofar, nos ayuda a ponernos en contacto con nuestro verdadero ser, nuestra forma más profunda y original como creaciones hechas con tzelem Elokim, a imagen divina.

El Shofar físico no es más que el cuerno hueco de un carnero. Cuando el aliento de un ser humano es soplado a través de él, sin embargo, sufre una transformación. Se convierte en una encarnación viviente del corazón y emoción del ser humano expresando el interior divino que siente latir dentro de él, llamando a gritos a su creador.

  1. Rosh HaShaná marca el primero de los Diez Días de Arrepentimiento. Por lo tanto, hacemos sonar el shofar para anunciar y advertir que ha comenzado dicho período. Es corno si anunciáramos: Aquellos que quieran arrepentirse, deben hacerlo ahora, y si no quieren, no se les permitirá venir luego para protestar contra su destino. Esta es también la manera en que los reyes ejercen su poder, anunciando sus decretos con el acompañamiento de trompetas.
  2. El sonido del shofar nos recuerda la revelación en el Monte Sinaí, que también fue acompañada por sonidos de shofar. Así, al escuchar el shofar y recordar ese acontecimiento, una vez más aceptamos sobre nosotros aquello que nuestros padres asumieron sobre sí.
  3. Sirve para recordarnos las advertencias de nuestros Profetas, comparadas al sonido del shofar, como declara el versículo (Ezequiel 33:4-5): Y todo aquel que escuchare el sonido del shofar y no fuese cuidadoso entonces vendrá la espada y se lo llevará. Pero aquel que se cuide, habrá salvado su alma.
  4. Sirve para recordarnos la destrucción del Beit HaMikdash y el sonar de las trompetas del ejército de nuestros enemigos. Así, cuando escuchamos el shofar, debemos rezar por la reconstrucción de nuestro sagrado Templo.
  5. Sirve corno recordatorio del cuerno del carnero en la “Atadura de Itzjak” (Akedat Itzjak), quien ofreció su vida a Di-s pero en cuyo lugar fue sacrificado el carnero. De la misma manera, todos nosotros debernos estar dispuestos a entregar nuestras vidas en aras de la santificación del Nombre del Eterno, y rezarnos para que esto nos sirva de mérito y seamos recordados para bien.
  6. Despierta en nosotros una sensación de estremecimiento y temor que nos conduce a acercarnos a Di-s con humildad, como expresa el versículo (Amós 3:8): ¿Acaso es posible hacer sonar el shofar en la ciudad y que el pueblo no se estremezca?
  7. Sirve para recordarnos la proximidad del gran Día del juicio, como declara el versículo (Tzefania 1:14,16) El gran día de Di-s está próximo, cercano y pronto (en llegar)… es el día del sonido del shofar y de la terua.
  8. Sirve para recordarnos la futura convocatoria de todos los exiliados del pueblo judío y para despertar nuestro anhelo de que ello suceda, como declara el versículo (Isaías 27:13): Y será en aquel día que se haga sonar el gran shofar y retornarán los extraviados desde la tierra de Asiria…
  9. Sirve para recordarnos la resurrección de los difuntos, como declara el versículo (ibíd. 18:3): Todos los habitantes del mundo y los que descansan en la tierra verán cómo es alzado un estandarte en el monte, y escucharán el retumbar del shofar al hacerse sonar.

Costumbres del mes de Elul

Se acostumbra a levantarse antes de la alborada para implorar a Di-s por la absolución de nuestras transgresiones (Selijot). Las comunidades sefarditas lo hacen a partir del 1 de Elul, en tanto que las ashkenazíes comienzan en la última semana del mes. Ambas comunidades extienden sus plegarias hasta el 10 de Tishré (Yom Kipur). La razón por la cual se debe madrugar, se basa en el Talmud que nos enseña que la medianoche y el final de la noche son momentos propicios para el arrepentimiento.

También se acostumbra a tocar el Shofar todos los días al finalizar las plegarias de Shajarit y Arbit (excepto en la víspera de Rosh Hashaná) para recordar y motivar al público a prepararse espiritualmente para los días que se avecinan.

Hay quienes ayunan en la víspera de Rosh Hashaná en señal de arrepentimiento, y también se sumergen en la Mikvé (baño ritual).

Estas costumbres, junto con la Tzedaká que se da a los pobres y necesitados, hacen que cumplamos con la oración que dice: “El arrepentimiento, las plegarias y la Tzedaká anulan los malos decretos”.